Introducción a los tipos de riego.
¿Qué tipos de riego existen y qué debo conocer de cada uno de ellos? Uno de los factores de la lucha contra el cambio climático es la eficiencia del uso del agua y en este blog vamos a analizar la importancia del riego eficiente para nuestro jardín, nuestro huerto o nuestras plantas en casa.
El agua es un recurso imprescindible para la vida y tiene una especial relevancia en el desarrollo socioeconómico y la seguridad alimentaria de las personas.
Según el informe de políticas de la ONU-AGUA sobre el Cambio climático y el agua del año 2019, debido a la crisis mundial del cambio climático, aumenta la variabilidad del ciclo del agua, lo que dificulta la previsión de la disponibilidad de recursos hídricos, disminuye la calidad del agua, exacerba aún más su escasez y constituye una amenaza al desarrollo sostenible en todo el mundo.
De acuerdo con este contexto, se hace indispensable una gestión responsable del agua. Y, en nuestro caso, la gestión del agua de riego. La salud de nuestro suelo depende de cómo hagamos uso del agua en la plantación y la disponibilidad de nutrientes depende en gran medida de las facilidades que le podamos dar a nuestras plantas para su absorción.
Existen diferentes sistemas, adaptables a las diferentes características de jardines y plantas de hogar. Desde el riego por inundación, pasando por la aspersión hasta riego localizado, y hoy vamos a analizar cada uno de ellos y cómo poder escoger y gestionar nuestro jardín/huerto de forma adecuada.
Tipos de riego.
Riego por inundación.
Es un tipo de riego básico utilizado en huertos que requieren de abundante agua y no es apto para jardinería ya que las plantas que normalmente se utilizan no requieren de la cantidad de agua que se utiliza, que consiste en inundar la zona a regar de manera superficial. No requiere de redes de tuberías ni sistemas de presión, así como tampoco requiere del uso de maquinaria.
En este tipo de riego el huerto debe quedar delimitado por un dique que evite la dispersión del agua, aumentando la eficiencia y evitando su pérdida, aunque tiene el inconveniente de que necesita una gran cantidad de agua y las pérdidas por evaporación son muy elevadas.
Este tipo de riegos es adecuado para las plantaciones de arroz, pero también se utiliza para otros tipos de cereales.
Riego por surcos.
Esta forma de riego se basa en la inundación, pero con una variante. Se trata de realizar surcos o zanjas entre los cultivos donde se deja pasar el agua, movida por gravedad o por la fuerza misma del agua, sin aporte externo de energía. Una vez todo el sistema de surcos se ha anegado se deja que el agua se filtre hacia el interior de la tierra, donde las raíces puedan disponer de ella.
Si bien el riego por surcos es económico y no requiere de una inversión en infraestructura, pudiendo incluso ser diferente para cada tipo de cultivo, se trata de un tipo de riego que, al igual que el anterior, requiere de una gran cantidad de agua.
Estos dos tipos de riego comentados se trata de riegos enfocados a cultivos. Ambos pertenecen al mismo tipo, ya que se tratan de riego por inundación, aunque uno quizás un poco más sofisticado. Podría decirse que es una evolución del primero. A continuación, vamos a exponer las formas de riego que requieren un aporte externo de energía, bien en forma de bomba de agua o bien a partir de la red pública. Además, veremos desde los riegos más generales (aspersión y difusión) hasta los particulares (goteo y localizado, y sistemas de riego para maceteros).
Riego por aspersión.
El riego por aspersión busca simular la caída del agua de lluvia. Todo riego por aspersión requiere de unos cálculos básicos como el caudal, la presión y la distancia, tanto a la que queremos que llegue como la distancia entre aspersores.
La forma más habitual es mediante difusores o aspersores de distancias medias, que solapan la caída de la gota con el siguiente aspersor de la línea de riego asegurando así que cubren toda la zona desde ambos lados.
Como habéis podido suponer, entre las variantes se encuentran los difusores, que rompen las gotas de agua en tamaños más pequeños lo que ayuda a su infiltración en la tierra; aspersores (los hay de tipos muy diferentes) los típicos que van golpeando el agua con una pieza metálica y comúnmente llamados «pajaritos»; y cañones, utilizados para riegos de campos de fútbol, sobre todo en campos municipales. Existe otro tipo utilizado en agricultura, mediante el cual se utilizan puentes móviles y se
crea una lluvia de agua por encima del huerto, lo que permite un ahorro significativo en sistemas de riego fijos y, muy probablemente, un ahorro de costes de gasto de agua ya que la pérdida de carga es baja y permite dispersar toda la cantidad de agua equitativamente a lo largo de la plantación.
Ni que decir tiene que dentro de cada uno de ellos existen mil tipos diferentes cada uno con unas características adaptativas a nuestras necesidades y con unas cargas de caudal y presión diferentes que pueden hacer de nuestro jardín una auténtica maravilla siempre y cuando sepamos como gestionarlos todos.
Riego localizado.
El riego localizado es, probablemente, el tipo de riego más eficiente en cuanto a pérdida de agua se refiere. Obviamente para un jardín de césped no es adecuado, pero sí para cualquier otro tipo de jardín. Sobre todo para aquellos formados por plantas de flor, setos, árboles pequeños o incluso en jardines de macetas (cualquier tipo de patio).
Esta forma de riego se caracteriza por llevar la gota de riego al punto exacto donde queremos que moje. Lo más habitual es utilizar tubos de goteo, los cuales poseen, cada cierta distancia, una abertura que deja salir el agua gota a gota y va empapando la zona que queremos regar. Muy útil en zonas ajardinadas con cobertura de setos y plantas de flor o en zonas de setos.
Otro tipo es a través de un riego aún más localizado. Se utilizan tubos ciegos (sin aberturas) a los que se les hace una incisión y se les inserta un tubo de dimensiones más pequeñas, de manera que ese pequeño tubo queda unido por un lado a la canalización y por otro presenta un pequeño gotero. Esto permite una movilidad amplia y una precisión sin igual a la hora de colocar nuestro riego. Es por ello recomendable para plantas que requieran de la cantidad justa de agua o que se encuentren alejadas de la línea principal y no queramos hacer un mal gasto de tubería.
Conclusiones.
Como hemos podido comprobar, grosso modo, existen diversos tipos de riego y dentro de ellos muchos subtipos más. El mundo del riego es amplio y, a veces, lioso.
En esta sección podríamos incluir también los geles hídricos o botellas de goteo para macetas, que podemos utilizar en caso de ausentarnos una temporada de nuestro jardín, sobre todo si son jardines de macetas. Pero al ser una solución temporal, no hemos querido incluirlo dado que no se trata de un método de riego sensu stricto, o al menos no lo consideramos como tal dado que, como hemos dicho, es una solución temporal (que se puede solucionar con un programador en nuestro sistema de riego habitual).
A nuestro modo de ver, no existen riegos más o menos eficientes, puesto que cada uno tiene una utilidad diferente que hace que cada uno sea óptimo para el uso que se le pueda dar. No podemos regar un mural de maceteros con un riego por aspersor o una pradera de césped con riego localizado. La eficiencia no está en la capacidad del sistema, sino en el uso que le vamos a dar. Puede parecer obvio que la inundación es un método muy derrochador, pero por ejemplo los cultivos de arroz requieren de este tipo de sustrato inundado para desarrollarse.
La verdadera eficiencia está en pensar qué queremos, cómo lo queremos y cómo nos va a suponer el menor gasto de recurso, tanto natural como económico, para llevar a cabo nuestro proyecto.