Corrientes oceánicas

Hace unos días vimos un artículo en el que se hablaba de la ralentización de las corrientes oceánicas atlántica y austral y sus efectos sobre la captura de CO2. Los amigos de Aula Pública compartieron una noticia de la web cazatormentas que nos inspiraron para realizar este aporte.

Pero este hecho no solamente afecta a la mencionada captura. Además afecta drásticamente al clima, en especial al clima europeo, es por ello que vamos a ampliar la magnífica información que se nos proporciona en el artículo mencionado.

Corriente oceánica global o también llamada cinta transportadora global

También conocida como corriente termohalina, se trata de una corriente global que recorre todos los océanos del planeta transportando el agua de un punto a otro, calentándose y enfriándose según la zona por la que se encuentre y generando otras corrientes oceánicas como la atlántica o la corriente de canarias. Esto provoca que existan zonas llamadas upwelling o downwelling que son, ni más ni menos que el afloramiento o hundimiento de las aguas de estas corrientes que arrastran nutrientes y aguas de diferentes densidades y temperaturas. «Upwelling» hace referencia a los afloramientos de agua desde las profundidades, aportando agua más fría y rica en nutrientes a capas más altas del océano y, por el contrario, «downwelling» es el hundimiento de agua más densa y caliente.

Esta corriente, como hemos dicho, recorre todos los océanos y tiene un importante impacto en el control del clima de las diferentes zonas bioclimáticas terrestres.

La corriente del golfo y de las canarias

La corriente del golfo es una corriente que se inicia en el golfo de México, continúa por la costa este de Estados Unidos y Canadá hasta llegar a la zona noroeste de Europa. Esta corriente inicialmente es cálida y, tras llegar al océano ártico, se enfría y retorna a través de dos canales, la corriente del Labrador (paralela a la corriente del golfo pero en sentido contrario y más cerca de la costa) y la corriente de Canarias, que viaja a través del océano atlántico norte cercano a las costas europeas de Reino Unido, Francia y la Península Ibérica hasta llegar a las Islas Canarias, donde comienza su calentamiento al situarse cercana al trópico. Más hacia el sur la propia corriente termina por calentar y ascender en un movimiento contrario al que realiza la corriente en el norte.

Volvamos al principio. La corriente del golfo es la responsable de que, en el oeste de Europa, las temperaturas sean más cálidas o templadas que en el Este del continente Norteamericano debido a que, si bien la corriente pasa por este último, no olvidemos que la corriente del Labrador, más fría, desciende junto a la costa, lo que hace que la temperatura circundante sea inferior.

Pero, ¿Qué ocurre si se ralentiza?

La ralentización de las corrientes oceánicas podría traer consigo un descenso de las temperaturas en el oeste del continente europeo, ya que el descenso de la velocidad haría que la temperatura descendiera antes y, probablemente, se modifique la corriente. Dejando a Europa sin ese aporte de calor extra que recibe.

Esto podría dar lugar a una bajada abrupta de las temperaturas, aumento de precipitaciones en forma de nieve y, sobre todo, un descenso en las cotas de nieve.

Implicaciones

Todo ello implica un cambio en la climatología global importante, dado que estamos hablando de extensiones de tierra inmensos y un cambio así afectaría a millones de especies tanto terrestres como acuáticas y aéreas.

No se trata de pasar o no pasar frío, de ver o no ver nieve en zonas en las que antes no se veía. Se trata de un desequilibrio sin precedentes en la historia humana. Animales adaptados a una climatología verían sus hábitos drásticamente mermados, plantas cuya fenología es la adecuada al clima en el que viven, verían como tendrían que adaptar sus ritmos fenológicos al clima cambiante y, por supuesto, la vida humana se vería profundamente afectada ya que nuestro estilo de vida en esta parte de la Tierra no está, ni mucho menos, adaptado a unas condiciones que no sean las que consideramos «normales» y a la vista está de las últimas nevadas caídas en Inglaterra y el caos generado, o la borrasca de 2021 que paralizó media España y de la cuál tardamos unos meses en reponernos.

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